-Me rehúso a liberar a la protagonista de mis historias; permito que lentamente se consuma en un miedo que no comprende.
Indefensa…(sin armas a la tortura sentimental que su fortaleza encierra); sola.
No existe poder ni encantamiento que permita que esta narradora permita volar a un alma tan noble.
-El enfrentamiento constante que los gritos desesperados de mi plebeya provocan en mi cabeza alejan constantemente la tranquilidad de mis sueños.
Irónicamente, el narrador espera fervientemente la llegada del fin a este encierro; que se oculta tras los leves destellos que aún brotan de la esperanza de la niña.
El poder que pueda liberarlas es absolutamente incierto, desconocido, inalcanzable…
-No nos ha sido revelado el secreto; mientras tanto, continuaremos con los papeles que conscientemente nos hemos auto impuesto.
(seguirá las oscuridad reinando en nuestra torre)
- ¿Y yo?… Yo continuaré escribiendo.
…Soy la observadora imparcial que fríamente permite la tortura de un cuerpo, mi cuerpo…