El anticristo y otros demonios
susurran a mis espaldas,
desean –desesperadamente-
abandonar la forma fría e inerte
que adquirieron al paso del tiempo.
Construyen mi palacio,
permitírselos, no puedo.
Intranquilidad y agobio…
-escucho campanas de duelo,
inmenso miedo…
Viven su propio infierno,
disfrazado de paraíso
enfermo y vacío…
Sin retorno,
un pecado que
no podrá ser absuelto.
Su paraíso es mi infierno,
su fin es mi comienzo.
Hasta siempre amigo
Hace 4 años
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